Caminando con la princesa de mis dias

Caminando con la princesa de mis dias

Foto: © Familia Radtke-Orbegoso, 2024.


Uno avanza como puede, pero avanza. Este es un espacio para compartir esos pasitos de ni
ña y mamá que estamos emprendiendo con otros seres humanos, Con la conciencia de llevar la migración y la fuerza de ser Mujer como potencial y promesa. Bienvenidxs a caminar con nosotras!

viernes, 20 de noviembre de 2009

Muestra Yuyanapaq – Sentimientos y Recuerdos






La noche de ayer tenía la responsabilidad de orientar una muestra sobre la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) del Perú. Una selección de 20 fotografías realizada por un colectivo suizo de Luzerna, nos permitió traer a Berlín una parte de la exposición Yuyanapaq – Para no Olvidar- Wider das Vergessen – la cual busca informar sobre el trabajo de la CVR y sobre todo, provocar una discusión sobre los Derechos Humanos en el Perú.

La muestra fue pensada, sobre todo, para un público alemán. Sin embargo, ayer tuve a dos ayacuchanos en el grupo. Ayacucho es una región de la sierra peruana y para quienes no lo saben es uno de los lugares más bonitos de mi país por su variedad cultural, paisajes e historia. Al mismo tiempo, a Ayacucho se le conecta con la guerra interna que vivió el Perú en la década del 80 y parte de los 90s. De acuerdo al Informe de la CVR: “Más de 69 mil personas murieron o desaparecieron. Las poblaciones campesinas indígenas fueron afectadas de forma desproporcionada por el conflicto, representando el 70% de los desplazados internos, principalmente de los departamentos de Ayacucho, Huancavelica, Apurímac y de la Sierra Central” (CVR, agosto 28, 2003, tomo VI, 1.9).

En Ayacucho surgió el conflicto armado y hasta ahora hay ideas y actitudes que siguen golpeando a esta ciudad. Me pareció, por eso, muy simbólico tener a dos ayacuchanos frente a mí. Nos visitó María Esperanza (6 años), una niña que ahora tiene una familia en Berlín. Ella puede ser el retrato de los miles de niños que vinieron después de la guerra y son el recuerdo de lo que nos pasó como país pero también de lo que aun podemos sembrar en medio de la destrucción. Vino también Oscar (30 años), maestro ayacuchano que está haciendo una pasantía en Berlín con el acompañamiento del Instituto Paulo Freire e InWEnt. El, desde muy niño, ha vivido de cerca lo que fue la guerra interna en el Perú. Nuestro primer contacto no fue fácil. Yo, limeña (de la capital), viviendo en Berlín, tenía que presentar lo que significó este penoso episodio en m i país y, a mismo tiempo, hablar de los actores en conflicto y de Ayacucho. Mientras conversaba, Oscar preguntaba, corregía, arguía y casi atacaba. Llegó un momento en que tuvimos que parar.

Debo admitir que este momento no fue fácil para mí. Mi país, los peruanos y peruanas donde nos encontremos venimos marcados por muchas heridas, entre ellas, la tragedia de la guerra que vivimos directa o indirectamente y sobre todo, ese permanente “estar a la defensiva” porque no nos sentimos iguales. La guerra y los principales actores que la movilizaron – los grupos terroristas y el propio estado peruano (terrorismo de estado podríamos decir también) – destruyeron la confianza social y demostraron que la base de esta guerra entre peruanos fuela discriminación. Comprendí la actitud de Oscar. He vivido en Lima y opté por trabajar en el Sur Andino y la Costa Norte del Perú pasados los 20 años. Esa experiencia me ayudó a tener una perspectiva más amplia de lo que puede significar el desarrollo y el progreso en mi país. Ciertamente, vivir en provincia y sobre todo, en la zona rural, te obliga a pelear más en la vida porque lo elemental no está a tu alcance y salvo la policía, no hay más representación del estado. Como limeña, he sentido el peso del centralismo cuando no estás en Lima y a explicarme por qué la violencia podría estar latente mucho tiempo. Las posibilidades de hablar de ello, entrar a una cultura del diálogo y el disenso pueden ayudarnos a salir de este hoyo. Trabajar la memoria es dar paso a la reconciliación.

Ahora me toca estar en el otro lado del charco, como inmigrante sabiendo que no estoy de paso porque ya soy madre y que mis vueltas al Perú serán cada vez más esporádicos. La experiencia de ser miembro activo de la Informationsstelle Peru – auspiciadores de la muestra en Berlín – me permite seguir conectada con una parte de mi país y con todos los límites que la migración puede llevar consigo, por lo menos, me voy ayudando a no sentirme extranjera en el Perú. Creo que combatir ese sentimiento se hace más evidente cada vez que regresamos. Ya no somos los mismos aunque el pasado esté caminando siempre a nuestro lado y la posibilidad de seguir construyendo puentes es una buena posibilidad para no sentirnos desmembradas.

Gracias María Esperanza, gracias Oscar por remover mis sentimientos y mis recuerdos. Es la única manera de avanzar hacia un futuro menos insensible y con la confianza de que podemos hacerlo mejor.

1 comentario:

Le Petit Prince

Le Petit Prince
buscando a mama??