No puedo decir a ciencia cierta, cuándo fue la última vez que horneé un pastel después de este sábado. Para lanzarme a la aventura eché mano de una amiga que tiene mucha práctica. Ya entrenada, me animé a hacer lo propio.
Lo hicimos en familia y me ha gustado mucho aunque confieso que falta más trainning. Pero aun así veo esta actividad como algo muy bonito en los días de inverno.
Mientras esperas al horno, se puede ver una película y luego tomar un café o chocolate caliente.
La cocina no es un tema que maneje como otras tantas amigas. Pienso en Daniela, Alexandra, Loretta y mi suegro, todos expertos en hacer maravillas con todo aquello que me resulta tan lejano y difícil de siquiera imaginar poner junto en un pote y mezclar. Pero para eso está el tiempo y las ganas de aprender. RL se entretiene mucho echando y batiendo y más si mamá y papá están al lado. Se hace camino al andar y se aprende a hornear a paso lento.
Listo el Keke del día, nos dispusimos a ver "El Gato con Botas" y tomar el lonche de las 5, como denominamos al tiempo del café en Perú. Y luego, aun lloviendo afuera, pudimos dar un paseo con mi hija en el coche en el que cayó rendida y feliz.
Ahora tengo ganas de probar otra vez y espero hacerlo mejor cada día. Nada como el buen deseo a pesar de los límites conocidos:)
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