Desde hace tiempo decidí tomarme una semana entera de paseo con mi hija. Su Kita había hecho una pausa de 2 semanas por las vacaciones y tanto yo como muchos otros padres nos preguntábamos qué hacer en esas fechas. La primera semana, me dejé llevar por sus gustos: unas veces pintar, otras salir al parque, a un café o jugar en la arena con nuevos amigos. Las siestas se prolongaban hasta casi 3 horas por día pero la hora de acostarse siempre se hacía larga.
La segunda semana, opté por salir de Berlín y viajamos a una pequena ciudad de Nordern Westphalien llamada Paderborn. Los amigos que contacté para tal ocasión son una pareja joven con un nene de 3 meses. Ella, fue mi alumna en la escuela y la tuve conmigo dos anos, entre los 11 y los 13 anos de edad. A él, lo conocí en Berlín cuando ya casados, nos dieron una visita. A ella no la había visto por más de 15 anos y fue una tremenda casualidad volvernos a encontrar a tantas millas de nuestros países de origen.
Yo le estuve comentando de mi hija, la familia y las MaMis y ella fue un poco más lejos. Cuando llegué a Paderborn, había preprado un grill con una pareja de amigos mexicanos con un bebé también de pocos meses. Mi ex alumna, era otra latina profesional. Su amiga, otra mami con muchas competencias y bastó hablar unos minutos para encontrar muchos puntos de discusión en común así como expectativas por desarrollar en forma organizada. Cuando le pregunté sobre el número de madres latinas en la ciudad, me contaron que conocían a dos más pero que estas personas tenían otras conocidas. Efectivamente, la red aun no estaba armada pero tenía chances de formarse.
Cuando veo este tipo de situaciones, me doy cuenta que aun en los lugares “con pocos extranjeros” es posible dar lugar a la organización y el espacio para el diálogo. Este es siempre productivo en cualquier momento, y más cuando puedes hacerlo en tu propia lengua. Fue aun más interesante compartir después historias más personales, inquietudes y sobre todo, encontrar formas de integrarse a nuestro grupo a pesar de la distancia.
Qué rico es notar los puentes y no los abismos ... pienso ahora en setiembre y en otros momentos para fortalecer nuevas amistades...
Mi princesita y yo
Hay muchas ganancias por compartir pero también fue importante estar solo con Rosa Linda y conocerla de otra forma. Allá me di cuenta que puede ser muy bulliciosa en contraste con el silencio de una ciudad pequena. Noté además que el agua y sobre todo las fuentes, la relajan mucho y que ahora valdría la pena incluir en nuestros paseos muchas visitas a lugares con chorros de agua que pueden mirarse sin tocar. Ella disfruta mucho posar las manos sobre el agua, sin mojarse demasiado; algo diferente a banarse en la piscina o dejarse empapar por la lluvia. He notado que es muy deportista y suele balancearse en la barra superior de las resbaladoras antes de deslizarse.
Lo más lindo ha sido amanecer con ella cada manana y sentir su carita sonriente y feliz por estar conmigo.
Ya de regreso a nuestra gran ciudad, ella deberá regresar a la Kita y yo a extranarla o dejar que siga inspirando más lo que me queda por trabajar. Por el momento, estoy con la expectativa de verla volar como una mariposa. Manana le toca ese papel en un cuento de nuestro taller de Literatura. Yo sé que sí sabe volar y lo hace en muchos colores.
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