A diferencia de otros anos, éste fui al Mauerpark pasado el mediodía y no solo me sirvió para vincularme de alguna forma con mi país sino que me eencontró con muchos amigos y amigas que no había podido ver en mucho tiempo.
En el Perú hubiera sido muy difícil sostener un intercambio libre y espontáneo, gente de distintas clases sociales. Las diferencias sociales y económicas como en toda sociedad capitalista, se dejan notar hasta en el estómago. Sin embargo, en la migración, esas diferencias suelen desaparecer o al menos, disminuirse. En Berlín, los "blanquitos" , los mestizos y los andinos o selváticos bailamos y nos divertimos juntos y nos sentimos unidos por la "peruanidad". Hablo, sobre todo, de quienes nos abrimos a estos espacios "populares" de peruanidad. Esta es otra ventaja que nos trae la migración.
El otro aspecto que me gusta de estas fiestas es la apertura a otras culturas latinoamericanas que encontramos en los distintos stands que se abren allí. Se puede celebrar comiendo arepas colombianas, burritos mexicanos o bebidas de distintos lugares, sin el temor de competir con el pisco sour, el cebiche o el arroz verde peruanos.
Mi hija y yo, por supuesto, degustamos de cada minuto y companía que iba apareciendo durante la tarde y bailamos hasta rendirnos. Una pena que mi amorcito estuviera ayudando a su familia en algunos menesteres y no compartió esta vez la celebración. Aun así quedó el calentadito del día siguiente y las muchas historias que motivarán a mantener la tradición con el paso de los anos.
DEbajo les dejo un pedazo de la tarde... como en cualquier barrio popular de Lima.
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