
Pensaba entonces en los momentos previos de ir a casa con Rosa Linda. Este es el momento de los números y las letras. Le falta aun dos anos para ir a la escuela, pero ella está encantada con estas cosas. Mis viajes por la ciudad, que hago casi siempre con ella, han sembrado en mí ideas y formas para aprovechar los viajes largos. Entonces, todas las imágenes que vemos desde el tren o los tranvías son oportunidades de aprendizaje. Un letrero, los símbolos del transporte público, los colores y las propias personas a las que ella siempre pregunta de todo, le están dando unos inputs inesperados. El nuevo aparatito que le regaló su papá, también le invita a conocer otros países a través de imágenes y preguntas y ella anhela conocer esos mundos. Cada día intentamos acercarnos a un continente para empezar a organizar la información pero claro, a veces se confunde. No me molesta. Me alegra ver cómo su curiosidad le da más seguridades y deseos de aprender.Y volviendo a la luna, me doy cuenta de estas cosas simples que tenemos en frente y no siempre valoramos. Mi hija y los ninos son un buen ejemplo para notarlo. Como el hecho de hacer pausas en el camino porque vieron un gusano o una pieddra de color extraordinario, o simplemente la luna que camina sin mucho esfuerzo pero que nos acompana mientras avanzamos en medio de la noche.



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