Caminando con la princesa de mis dias

Caminando con la princesa de mis dias
Foto: © Familia Radtke-Orbegoso, 2024.

domingo, 25 de mayo de 2025

Echar raíces en tiempos de migración: reflexiones con Simone Weil.

Acabo de empezar a hojear "Echar raíces" de Simone Weil, un texto que aunque inacabado, no resta fuerza a la voz de la mujer que lo escribió hace ya tanto tiempo. Recibo esta obra como una invitación  a pensar, a hacernos preguntas urgentes y necesarias. Weil nos lanza ideas que se sienten cercanas, especialmente para quienes vivimos entre culturas, territorios, idiomas distintos. Para quienes migramos.

Uno de sus planteamientos más profundos afirma la necesidad de reconocer los propios deberes hacia el otro/diferente como la base de la socialización en la igualdad; o dicho de otra manera, la base de agrupamientos sociales en los que cabe arraigar.

Weil nos habla de la raíz como una necesidad humana. No como una metáfora nostálgica, sino como una base concreta para la vida. Arraigarse no es simplemente estar en un lugar: es relacionarse, cuidar, asumir responsabilidades mutuas. No es solo tener derechos: es tener deberes hacia quienes comparten contigo el entorno, incluso si son diferentes.

Hoy, esta reflexión resuena con más fuerza. Vivimos en un tiempo en el que la participación política y social se ve amenazada por la desconexión, el aislamiento, el rechazo del otro. Muchos migrantes en Alemania lo viven a diario: enfrentan barreras invisibles pero sólidas, que dificultan el acceso a la vida comunitaria. ¿Cómo participar, si no me siento parte? ¿Cómo cuidar lo común si todo a mi alrededor me recuerda que soy ajena?

Y aquí me detengo: el problema no es solo estructural o legal, también es emocional y simbólico. Porque "arraigar" implica identificarse con el lugar que habitamos. No desde una obediencia ciega, como si fuéramos robots que repiten sin cuestionar, sino desde la empatía. Desde el reconocimiento de que no solo "vivo" aquí, sino que "me importa" lo que pase aquí. Porque me toca. Porque lo siento como propio.

Simone Weil nos deja varias tareas. Y quizás una de las más urgentes hoy es repensar qué tipo de formación política necesitamos. No basta con hablar de tolerancia o integración como conceptos vacíos. Necesitamos una formación que nos prepare para el diálogo. Para el conflicto. Para comprender que el país, el barrio, el distrito –sea Alemania, Berlín o Pankow– cambian. Cambian por la migración. Y eso no es una amenaza: es una oportunidad.

Desde mi vivencia, eso se vuelve nítido. Yo creo en el trabajo comunal. No es la primera vez que me habrán escuchado decirlo. Aunque llevo al Perú en mí, con todo su peso simbólico y emocional, hay algo profundamente identitario que me hace sentir "pankoweriana". Me reconozco en este barrio, en sus luchas, en sus contradicciones. Porque me involucro. Porque me importa. Y eso, quizás, es el verdadero arraigo.
Foto: Wikipedia.

Weil me ha confrontado. Apenas empiezo su lectura, pero ya me ha dejado inquietudes. No es un texto cerrado ni conclusivo. Más bien, abre puertas. Y me hace pensar que si queremos impulsar de verdad la participación de migrantes, tenemos que empezar por los microcosmos. Por la praxis. Por la posibilidad de identificarnos no con un Estado que raramente nos incluye, sino con los espacios cotidianos en los que podemos construir comunidad. Esas coordenadas son las que orientan aun mi viaje decolonial, y es con ellas con quien sigo viviendo.

Seguimos leyendo, seguimos andando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Le Petit Prince

Le Petit Prince
buscando a mama??